lunes, 20 de septiembre de 2010

El gol que rebalsó el vaso

Así como la conquista de Enzo Pérez siete días atrás hundió anímicamente a Racing y fue el principio del fin en el partido ante Estudiantes, esta vez el que sufrió el bajón anímico por un grito fue Lanús. La Academia se aprovechó de las alteraciones visitantes y lo goleó.

Hace una semana, las palabras sólo servían para describir un pésimo segundo tiempo del equipo de Russo en cancha de Quilmes. Los párrafos simplemente expresaban cómo el gol del mendocino Pérez había destruido toda una idea de juego trabajada en los entrenamientos y cuán evidente había quedado la falta de respuesta.

Sin embargo, el fútbol da revancha. Es un juego donde el estado de ánimo puede llegar a tomar un papel protagónico. Racing lo demostró y sufrió en la jornada número seis. Ahora, en la séptima, fue el victimario y sacó provecho de lo crispado que quedó Lanús luego del polémico (para ellos) gol de Matías Martínez.

Para aquel que no tuvo la posibilidad de verlo. El Chaco cabeceó y la pelota claramente entró, pese al esfuerzo de Marchesín por querer sacarla. No obstante, todo Lanús se le fue al humo al asistente, quien convalidó la acción ante la consulta visual del árbitro principal.

Producto de la protesta, el arquero se fue con una amarilla, mientras que los demás jugadores elevaron sus pulsaciones a mil por hora.

Como consecuencia de la indignación, Agustín Pelletieri se fue de boca en una jugada totalmente aislada del gol y Diego Abal le mostró la correcta tarjeta roja sin dudarlo. En el complemento, un codazo sin justificación de Maxi Lugo dejaría a Lanús con dos hombres menos y a Racing con el camino allanado para la victoria, que luego se transformaría en goleada.

Ningún jugador local entró en la vorágine del partido que intentaban proponer los visitantes. Claudio Yacob, amonestado en el primer tiempo, corría riesgo de una segunda amarilla. Pero la Flaca se mostró ubicada y siempre a tiempo a la hora de ir a trabar la pelota.

Racing, al igual que Estudiantes la semana anterior, pudo capitalizar el bajón anímico del rival ante un pase a la red y puso de manifiesto la falta de reacción ante una situación normal en un partido: el primer gol.

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