lunes, 20 de septiembre de 2010

Azúcar Moreno

La Academia se repuso de cuatro derrotas con una goleada ante Lanús por 4-0. Sostuvo su goleada en la convincente y regular actuación de Claudio Yacob, más el segundo tiempo de Giovanni Moreno. La visita terminó con nueve jugadores. Martínez, Moreno, Cahais y Hauche hicieron los goles.

“Solo Racing”, “Esto es Racing”, “Racing es así”. Algunas frases que pintan de cuerpo y alma no solo a este momento, sino le cabe a gran parte de la historia chabacana de una Academia que vaya a saber quien podrá explicar los porque de sus vicisitudes. Porque su esencia es al revés e ilógica. Porque pierde los partidos que hay que ganar o son ganables u omite tocar fondo y se levanta con una goleada cuando el público hacia fila para insultar a los cuatro vientos, pedir “que se vayan todos” y que vengan otros así el ciclo vuelve a foja cero y desde la nada se construyen ilusiones.

La noche careció de vulgaridad y sacudió la modorra de (sorprendentemente) las más de 25.000 personas que se dieron cita para alentar al “Club Atlético Racing”. Permítame: hace un tiempo que me lo venía guardando pero lo de esta noche (viernes) me superó nostalgiosamente. ¿De que equipo es hincha la voz del estadio? No existe el simpatizante académico que no sepa que Racing no es “Club Atlético…”, sino Racing Club. Y que la salida del equipo es un momento sagrado en la vida de todos nosotros y no un espacio para que los altoparlantes se entrometan torpemente en la simbiosis que se genera entre el publico y los jugadores en ese relámpago tan sagrado como es la aparición de “mi” equipo por el túnel. A su vez: ¿existirá ese alguien que este pendiente de las publicidades que están saliendo al aire mientras es inminente la salida del equipo?

Luego de la catarsis, vamos al juego. En lo previo imaginábamos que el partido podía tomar varios caminos, sujeto a que el momento que atraviesan ambos es dubitativo y con más dudas que certezas. Con agregar que ninguno de los dos confirmó las alineaciones hasta un día antes del partido, y aun en la cancha continuaban las especulaciones. Sobre ese contexto, el que tenía la suerte de anotar primero podía sacar una ventaja indescontable. Indistintamente de sus virtudes, sino por el mar de dudas que le trasladaría a su rival. Así fue. El local se adelantó en el marcador con un gol legítimo de Martínez de cabeza (42’PT), que abrió grietas en un Lanús confundido y nervioso que no logró reponerse del sacudón. No obstante, la duda sobre el ingreso total del balón al arco de Marchesín expuso el nerviosismo de los de Zubeldía que desaforados quisieron tomar reprimendas sobre las autoridades del match que no pusieron en duda la legitimidad del tanto. Ese lapso del partido fue letal para el Granate, ya que a los dos minutos se fue expulsado Pelletieri por exceso verbal contra Abal.

Antes del gol y los sucesos que derivaron en la “rotura” del partido, los de Russo se habían mostrado insulsos del medio hacia arriba, con breves señales de juego asociado y algunos toques y desmarques de Moreno. En el medio solo se destacaba Yacob, producto de su incansable lucha, sentido de ubicación y entrega prolija. Toranzo se comprometía de la misma forma que lo hacia con sus compañeros en varios pases exigidos, Fernández y Lluy iban mas de lo que volvían y Lugüercio estaba de estreno en una posición poco común para él. Las aspiraciones del local se sostuvieron desde las manos de Jorge De Olivera, que con acertadas apariciones mantenía el empate.

En el complemento se vio lo mejor del local, ya que palió los desaciertos defensivos, tuvo el control del partido y producto de la desazón del rival lo llevó a una monotonía tranquilizadora. Aunque la revolución en el juego se dio cuando Giovanni Moreno salió en carrera hacia el área tras una recuperación propia y luego de ser agarrado afuera dejó caerse adentro para que Abal marque seguro el penal. El “10” la acomodó contra el palo derecho y sentenció la suerte de los de “sur”. Más aun, cuando dos minutos más tarde se quedó con nueve por la expulsión de Lugo tras un golpe sin pelota a Lluy. Entre los 18’ y 20’ se deshilacharon las ilusiones para los granates.

Russo cuidó piernas y jugadores con la inclusión de Ayala por Martínez. Anteriormente había ingresado Hauche por Lugüercio para darle velocidad y precisión en los metros finales. El ex Temperley tuvo su premio cuando tras una apilada de Moreno capitalizó el rebote que dio Marchesín y estampo el 4-0. Previamente, tras una gran asistencia del colombiano a Hauche y que este remate cruzado, Cahais empujó al gol anotando el tercer grito de una noche festiva. Entre gol y gol aparecieron los “ole, ole” de las añoradas tarde de Avellaneda, imprimiendo en la multitud la sensación de deber cumplido. El haber estado ahí, en el lugar justo a la hora indicada. Racing es así.

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