miércoles, 3 de marzo de 2010

Un empate con sabor a decepción y preocupación

Racing ganaba con gol de Bieler pero, sobre el final, por un descuido de la defensa se arruinó la fiesta. La Academia sigue en zona de promoción.

El equipo de Russo era conciente que de local, sobre todo, no se puede dejar puntos en el camino. Luego del traspié en el clásico de barrio, el equipo estaba obligado a recuperarse con una victoria. Y la estaba consiguiendo, hasta que volvieron los fantasmas a Avellaneda, y en vez de aplausos la noche terminó en silbidos.

El técnico había dispuesto un 4-4-2 para intentar ser más compacto en el medio, sin embargo, fue la visita quién primero se adueñó del balón con jugadores de buen pie como Toranzo y Díaz. Racing presentaba las mismas falencias de partidos anteriores: no poder recuperar la pelota, no saber usarla, falta de movimiento, y escasez de ideas ofensivas.

El local emparejó sin ser claro. Fue un partido de mucha fricción y lleno de imprecisiones por ambos bandos. A los 14 minutos, Castromán, de tijera, provocó una espectacular atajada de Monzón para enviar la pelota al córner. Sería la única buena intervención del ex Vélez que tuvo otro cotejo para el olvido, luchando más que jugando, nunca fue una alternativa viable en ofensiva.

A los 16 minutos, Bieler remató de muy lejos, a Monzón se le escapó la pelota de las manos y con suspenso se introdujo en el arco. 1 a 0. Tres minutos más tarde, en un centro, E. Domínguez se pierde el gol de cabeza, sería un anuncio…

Huracán perdió protagonismo. Racing con empuje, desordenado, buscaba más. La defensa albiceleste no mostraba seguridad las pocas veces que la inquietaban. Una de las claves era que Yacob controlaba a Toranzo, el jugador más importante del Globo, y junto a Falcón se repartían la tarea de recuperar el esférico.

Bieler, se movía y era el punto de referencia en el área. Fue el futbolista más destacado de la noche. La Academia, elegía el sector izquierdo para atacar, donde Lluy subía cada vez que podía. Sobre el final de la etapa, Díaz de afuera remató solo, aunque su disparo fue controlado por el arquero. Las flaquezas defensivas eran muy evidentes.

En el complemento, Racing no pasó sobresaltos hasta el final. Hubo una mejor circulación del balón por momentos. Yacob le daba un buen traslado, Bieler seguía inquietando y Lugüercio corriendo como un volante más. El ex delantero de la Liga con un tiro libre y Cahais por medio de un cabezazo casi aumentaron. A los 22 minutos, Franzoia desbordó a Lluy y obligó a De Olivera abajo a sacar el remate al córner.

Si Racing no sufría más era porque lo de Huracán era pobre. El partido en general era muy chato, sin situaciones, con imprecisiones, pero el equipo de Russo parecía que se encaminaba a una victoria, sólo era cuestión de que transcurrieran los minutos, se aferraba a conservar el cero en su arco ya que era impotente para definir la historia en un contraataque.

Pero en Avellaneda se instaló de repente una vieja película, esa que los hinchas están cansados de ver: el equipo tirado atrás, una infracción innecesaria en el medio, centro, nadie tomó bien las marcas y Eduardo Domínguez estampó el empate con su cabezazo goleador abajo para la estirada inútil de De Olivera.

El alma se derrumbó y casi termina en tragedia. A los 48 minutos, tras otro centro, Huracán casi logra el segundo. Hubiera sido demasiado castigo para los estoicos hinchas que deben soportar las mismas penurias de siempre.

Haciendo un balance global, el empate no fue tan injusto, el partido fue mal disputado por ambos, aunque Racing fue levemente superior. Claro, la sensación que quedó fue que se perdieron dos puntos vitales para sumar en esta lucha cruel por mantener la categoría. Los dirigidos por Russo deberán mejorar muchísimo si no quieren seguir dependiendo de la desgracia de los otros adversarios. Los demás ayudan a veces, el que no lo hace es el propio Racing.

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