miércoles, 3 de marzo de 2010

Incomprensible

Ante Huracán, Racing se quedó con un empate que solo sirve para alimentar las dudas sobre el equipo. En un partido con escaso vuelo, con un rival que lo igualó en desorientación e imprecisiones, Racing no supo proteger los tres puntos que había conseguido con el gol de Claudio Bieler.

Incomprensible. Absurdo. Inexcusable. Imperdonable. Sobran adjetivos para describir la manera en la que Racing dejó pasar una victoria vital ante Huracán. La Academia se quedó con un empate que solo sirve para alimentar las dudas sobre el equipo y oscurecer el horizonte. En un partido chato, con escaso vuelo, con un rival que lo igualó en desorientación e imprecisiones, Racing no supo proteger los tres puntos que había conseguido con aquel disparó de Bieler que el arquero del Globo no pudo contener. Una falta innecesaria y la poca astucia de siempre a la hora del marcar en el área borraron de un plumazo toda esperanza de empezar a alejarse del agujero negro.

Durante los noventa minutos, a Racing le costó imponerse en el campo de juego. No supo tener la pelota y, cuando la consiguió, sufrió la ausencia de alguien que sepa domar a la redonda hasta imprimirle destino de red o habilitar con criterio a un compañero. A pesar de todo eso, La Academia había logrado ponerse en ventaja con un zapatazo de Bieler y la complicidad del arquero rival. Quedó claro que el ex Liga de Quito es un jugador que debe estar en el equipo desde el arranque. Es la única manera de que sus compañeros empiecen a entenderlo a la hora de construir las jugadas. La tarea de Russo será encontrar quien lo asista y afianzar esa sociedad. Si se le dan minutos, ya demostró que le sobra olfato de goleador. Con el marcador en contra, Huracán insinuó ir en busca del empate pero sus intenciones fueron tibias. Con el correr de los minutos, el partido pareció estancarse porque ninguno de los dos exhibía la profundidad necesaria como para alterar el marcador.

En el segundo tiempo, De Olivera fue un espectador de lujo porque Huracán siguió sin encontrarle la vuelta al partido. Ni Toranzo ni Franzoia lograron generar suficiente peligro. Racing hizo circular la pelota pero no salió convencido de la importancia de marcar un segundo gol para finiquitar el partido.

Cuando restaban escasos minutos para el final, Ayala se desentendió de la marca en un centro al área y sobrevino el gol de Huracán. Y segundos después, otra pelota parada casi sentencia el triunfo visitante.

Ante un rival que no opuso resistencia, Racing dejó pasar dos puntos vitales. El destino otra vez le había echo un guió cómplice con la derrota de Rosario Central, pero las eternas desconcentraciones le impidieron usufructuarlo. Habrá que ver que sucederá cuando tenga que enfrentar equipos con menos dudas y artillería pesada. Fue una noche en la que sobraron adjetivos para una actuación que, por el bien de Racing, debe ser sencillamente irrepetible.

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