lunes, 19 de abril de 2010

Los árboles juegan de pie

Los troncos que sirvieron para reclamar contra la tala de árboles también fueron una postal del rendimiento de Racing en los primeros 45 minutos. Pero el ingreso de Grazzini puso al equipo de pie y lo empujó hacia la victoria.

Fueron apoyados en el campo de juego como señal de protesta. Pero tuvieron otro significado. Los troncos que sirvieron para reclamar contra la tala de árboles fueron una postal del rendimiento de Racing en los primeros 45 minutos ante Vélez. Si bien de entrada mostró intenciones de ir hacia el arco rival, el equipo de Russo otra vez equivocó los caminos. Le costó manejar la pelota, se mostró impreciso y cometió faltas infantiles que le concedieron al rival la oportunidad de acercarse desde el balón detenido. En la primera etapa, daba la sensación de que “el tirón de oreja” por el paupérrimo rendimiento ante Estudiantes no había surtido efecto.

La fórmula de Racing tenía un repertorio altamente ineficaz: Cahais tuvo un cabezazo que pasó cerca, Lugüercio desperdició alguna chance mientras Castromán y Fernández probaban desde lejos. Vélez se mostraba tranquilo con el empate y aguardaba la ocasión en la que Racing, presionado por los resultados ajenos y por el aliento de su gente, se equivocara. Y así fue. Un corner al corazón del área, un jugador sin marca y gol. Una receta simple, demasiado conocida y previsible como para no poder ser evitada.

Después del gol, Racing, a los tumbos, intentó acercarse al arco rival. Pero, la lluvia que caía sobre el campo de juego, parecía haberles ahogado todas las ideas. Y entonces, los once albicelestes parecían los troncos del inicio: estaban parados, inamovibles, sin respuestas, separados uno de otros y sin conexión alguna.

Pero el destino volvió a regalarle un guiñó cómplice a la Academia: Castromán se lesionó y esto abrió las puertas a un cambio obligado para la segunda etapa. Russo eligió la carta más acertada: Sebastián Grazzini. Solo alguien con capacidad como para hacer una pausa, para distribuir con criterio, podía empujar a Racing a parir una remontada tan necesaria. Desde sus botines, Racing se puso de pie y despegó sus raíces del suelo para atreverse a torcer el rumbo.

Antes del primer minuto, Lugüercio se lo perdió de cabeza. De a poco, el equipo de Russo se encaminó hacia el gol. Así, Grazzini reventó el travesaño con un remate potente y Bieler también pudo haber marcado. Los repudiables incidentes que tuvieron lugar en las tribunas detuvieron la arremetida académica y el arbitró paró el encuentro en varias ocasiones. No faltaron los energúmenos que arrojaron cosas al campo de juego en una conducta tan absurda, violenta como perjudicial para Racing. En un pasaje clave del encuentro, Vélez se quedó con diez y De Olivera evitó la segunda caída de su arco. La actuación del arquero académico le permitió a Racing seguir concentrado en la búsqueda del empate y no tirar la toalla. Luguercio volvió a avisar y, un minuto después, marcó el empate de La Academia. En ese instante, cambió el partido. Racing hilvanó dos jugadas magistrales que permitieron que el cuestionado Claudio Yacob estampara el segundo y que Claudio Bieler se sacudiera la sequía con su propio gol. A esas alturas, Vélez ya había sentido el impacto de la levantada académica. Así, Racing abrazó una victoria fundamental y demostró que sin importar la madera de la que estén hechos, cuando hay ideas y compromiso, los árboles juegan y ganan de pie.

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