jueves, 22 de abril de 2010

Bienparida

Aquel penal atajado por De Olivera bajo la lluvia fue la primera contracción que debió atravesar Racing para concebir una victoria ante Atlético Tucumán. En todo momento, el equipo siguió convencido de que podría dar vida a un triunfo que le cerrara el paso a la promoción.

En los minutos reanudados hoy en Tucumán, Racing se mostró ordenado y cauteloso, aunque por momentos fue presa fácil de sus propias imprecisiones. Desde el arranque quedo claro que, aún con sus limitaciones a cuestas, el equipo de Russo no se conformaría con el punto. La presencia de Grazzini así lo dejaba entrever. Por el lado de Atlético, el nerviosismo le impedía presionar al conjunto albiceleste de manera eficaz.

En la primera etapa, Racing tuvo situaciones claras de gol, incluyendo el cabezazo de Martinez anulado por Favale. En ese instante, algún hincha de Racing puede haberse preguntando si esa decisión arbitral no fue un efecto colateral de las lágrimas derramadas por Gareca durante las 48 horas posteriores al partido con Vélez. Más allá de las dificultades, La Academia siguió intentando acercarse al arco tucumano mientras Atlético tuvo algún disparo inofensivo. Cuando finalizó el primer tiempo, quedó flotando en el ambiente la sensación de que si Racing pujaba con el corazón y un poco de fútbol, podía llevarse los tres puntos para Avellaneda.

En el complemento quedo claro que el equipo académico se movía al compás de Grazzini: acertaba con cada pase milimétrico del “Mágico” y se destartalaba cuando el enganche la pifiaba. A los 44 segundos, Grazzini avisó que no sería una noche más para el. Y minutos después, hizo honor a su apodo: desenfundó un disparo mágico, sacudió la red y en ese instante dejo que la victoria se asomara al el mundo académico con la frescura de una esperanza que nace. Fue como un extraño “deyabu” de aquella tarde en la que el enano Moralez, desde una posición similar, sentenciaba que Racing era de primera. Lejos de atrincherarse para defender el resultado, el equipo de Russo fue por más. Apelando al pase preciso y si acudir al pelotazo, contó con varias ocasiones para aumentar la diferencia. Pudo haberlo convertido de los pies de Grazzini, de Hauche, de Bieler pero la falta de puntería en los últimos metros evitó que el partido se liquidara antes del pitazo final. Cuando Racing se olvido de tener la pelota, le permitió a Atlético merodear el área de De Olivera y coquetear con el empate. Algún centro llovido hizo temblar los corazones académicos. Pero la defensa se mostró sólida y, por si hacia falta, allí estuvieron también los mismos fantasmas traviesos que colaboraron para que los rivales trastabillaran o erraran al intentar definir.

Así, con coraje y tratando de amigarse con la pelota, Racing dio a luz a una victoria pujada por todo el pueblo académico, por momentos sufrida, pero bien parida.

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