miércoles, 6 de octubre de 2010

Ni estadio, ni homenaje

Ricardo Bochini nunca imaginó que su vida haría una parábola semejante. Crack indiscutible, ídolo de la tribuna, le dedicó al club de sus amores toda su carrera deportiva y esfuerzo personal. Su vida es su club, y éste todavía se regodea gracias a él.

Tras la fantasiosa inauguración del no estadio, el Bocha soñó que internet podría ser la herramienta que lo consagrara e hiciera justicia. Pobre Bocha, le mintieron. Pobre Bocha, sus goles quedaron en el olvido.

El domingo Ricardo, aunque dolido y triste, se sentará en la platea de la obra en construcción de injusto nombre y pensará , con incurable resignación, qué tienen esos 3000 de allá arriba para ser distintos.

Osco, en silencio, recibirá las palmadas de los abulones que no le rindieron merecido homenaje mientras contempla a los rivales de siempre, al club que le enseñaron a odiar pero que en las noches de soledad envidia.

Ningún mural menor ni calle de cuadras contadas podrá sacarle el disgusto de haber defendido más de 600 veces a un club que hoy le da la espalda. Otra vez, con melancolía, nos observará sin poder echarnos la culpa de ser el representante de la amargura.

¡Vamos Racing carajo!

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