lunes, 8 de febrero de 2010

Golpe inexplicable al corazón del hincha

La hinchada colmó el Cilindro llena de ilusión con ver una victoria lógica de Racing, pero en cambio terminó merecidamente abucheando a un equipo que no tuvo respuestas en varios futbolistas que provocaron una durísima derrota.

La noche pintaba, en la previa, para fiesta, pero terminó en velorio. Desde bien temprano la cancha presentaba un buen marco, a falta de una hora de comenzar el encuentro todos buscaban alguna ubicación que cada vez más escaseaba. La caída contra Colón no mermó las ilusiones de los hinchas que, con el ingreso de Roberto Ayala, creía más que nunca de que este “sería el año”. Los refuerzos de calidad estaban, faltaba encontrar el equipo.

Los chicos preparaban las banderas, se podía apreciar en los “trapos” las distintas filiales que decían presentes, y las frases que son habitué: “Racing una pasión inexplicable”, “Mi delirio y condena”, entre otras. La adrenalina crecía en cada segundo, la esperanza renovada – está dentro de nuestro ADN –, faltaba poco. Con la salida del equipo, muchas pieles se erizaron de la emoción al ver lo que produce la Hinchada de Racing, única… lástima que no reciba lo que se merece.

No pasaron diez minutos y se produjo el primer estallido. Cahais desató con su cabezazo un grito de ilusión. “La Acadeee…”. Claro que el nivel del juego no despertaba entusiasmo en los hinchas, sino todo lo contrario. Los antecedentes de cómo venía la visita daba como para pensar en una victoria y que se podía – y debía – meter más de un gol. Sin embargo, la Academia no tenía la pelota y la gente se mostraba preocupada. El empate trajo el primer murmullo. La impaciencia fue en aumento. De Olivera se llevaba los únicos aplausos por evitar otros goles.

En el entretiempo se comentaba lo mal que se estaba jugando. El DT metió a Ledesma por Falcón, muchos racinguistas intuimos que no había sido acertado el cambio. La dupla rosarina Ledesma-Lucero gano en obtener los mayores insultos y reproches de la multitud por la “poca entrega” de ambos. En sus bajos rendimientos la gente focalizaba una de las causales de la derrota.

Arsenal hacía tiempo con la complicidad de Baldassi y la gente se quería “comer” al árbitro que increíblemente ni se inmutaba. Claro, con el gol de Hauche el Cilindro explotó, hubo una descarga de tensión porque “Esta noche cueste lo que cueste” había que ganar. Lo tuvo el ex Argentinos para el tercero, los lamentos por el gol perdido. Se produjo el cambio de Castromán, quién se fue ovacionado, “Lucas, Lucas” se oyó de los cuatro costados, y a la cancha Grazzini. Empezaría la debacle que ni el más pesimista hincha de podía imaginar.

El tanto de Galván volvía a desnudar las falencias defensivas y la gente no lo podía creer, se pensaba que lo peor estaba sucediendo (empatar contra el “pobre” Arsenal)… se equivocaba, faltaba más. La hinchada empujaba ir al frente y algunos futbolistas iban sin saber qué hacer y no volvían, así otro golpe: Obolo que se anticipó a la débil defensa local. El Cilindro estaba con los pelos de punta, faltaba la “frutillita” del postre: otro gol en contra para redondear una goleada impensada, en nuestra propia casa, un conjunto de sensaciones invadió la noche: nervios, bronca, insultos al aire, al árbitro, a Ledesma, a Ayala ¿o jugó Aveldaño y no nos dimos cuenta?, a Vivas…

Finalizado el partido, una silbatina generalizada, no era para menos, ¡De local venir a perder con estos tipos!, era el pensamiento global. Una certeza quedaba al ir bajando los escalones del Cilindro, este equipo no está para campeón, sino para sufrir por la promoción. Y eso, en los hinchas que creían firmemente en el título, fue un golpe duro al corazón, que seguirá latiendo como siempre, pero que sabe más de penas que de alegrías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario