domingo, 21 de febrero de 2010

Banderas, cantos y bengalas para apoyar al Racing de Russo

En los noventa minutos, la tribuna local desplegó todo su repertorio pasional. No faltaron los papelitos, los bombos, y los fuegos de artificio. Una fiesta interminable a la que esta vez, la victoria dijo presente.

Las dos banderas bajaron entre la gente, zamarreadas al compás del desahogo y la alegría. En ese instante, un joven miró al cielo en señal de agradecimiento. Más allá, un hombre se abrazó con su hijo pequeño. En otro sector, dos amigas festejaron a pura emoción. Desde miles de hogares, nació un grito de infinita felicidad. Gabriel Hauche estampó el uno a cero y el pueblo de Racing lo acompañó de la manera que mejor sabe: alentando.

En los noventa minutos, la tribuna local desplegó todo su repertorio pasional. No faltaron los papelitos, los bombos, las banderas y la luz de las bengalas. Aunque esto último fue contraproducente: el humo invadió el campo de juego justo en el área de Racing y casi entorpece el juego. Por suerte, la historia tuvo un final feliz. Así, Avellaneda se fue convirtiendo en una pequeña Londres y los hinchas se sintieron por un rato reyes absolutos de la alegría.

“Vamos Acade, vamos ganar, donde jugues yo voy a estar”, sonó con la potencia de una verdad inocultable mientas miles de personas saltaban sin cesar.

Al final de la primera etapa, y a pesar del cero inamovible, nada pudo apaciguar el fervor de quienes llegaron desde diferentes puntos del país para respaldar al nuevo técnico y sus dirigidos.

En algún pasaje del encuentro, los silbidos hicieron su aparecieron. Pero tuvieron un único y exclusivo destinatario: Pablo Migliore. Cada vez que el ex arquero de Racing tocaba la pelota, los chiflidos emanaban sin contención. Aún esta demasiado fresca en la memoria de algunos hinchas su abrupta y desordenada salida del club.

La expectativa fue mutando en desconcierto al ver que desde adentro de la cancha el equipo no encontraba el rumbo. Pero cuando parecía que el empate estaba sellado, Hauche empujó la pelota hacia la red y desató una avalancha de sastifacción.

La despedida del equipo fue a lo Racing: canciones, algunas camisetas al viento, aplausos y emoción. Una fiesta interminable a la que esta vez, la victoria dijo presente.

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