sábado, 16 de abril de 2011

Al demonio con el diablo

Después de 5 años, Racing venció a Independiente por 2 a 0 con goles de Hauche y Gutiérrez. El equipo de Russo jugó un gran partido y se acercó a la punta.

En el instante sublime en el que la pelota tocó la red, después de haber sido empujada por Hauche, más de un lector de Racing.com.ar habrá recordado el mensaje de Silvio Arage, quien hace unos días escribió un emotivo mensaje deseando un triunfo de Racing que lo abrazara en medio del grave problema de salud que padecía. Y, sin saberlo, los jugadores fueron artífices de ese regalo merecido por todo el pueblo académico. El equipo de Russo le ganó con autoridad a Independiente y así se sacudió los 5 años de sequía.

En el comienzo del partido, Independiente manejó un poco mejor la pelota. A Racing le costó acomodarse. A los 2 minutos, hubo un remate defectuoso de Teófilo.

Un minuto después, el colombiano se escapó, Assman no pudo contener el disparo pero Independiente se salvó justo cuando la pelota iba hacia la red. Tras esa jugada, el equipo rojo casi factura de contra. A los 5, hubo un remate de Pellerano que se fue cerca. Previamente, el arquero de Racing había salido en falso y casi complica al equipo. Un rato después, hubo un cabezazo de Galeano tras un disparo que pegó en el ángulo. El Rojo probó con un remate de de Núñez y de Silvera que se fueron desviados.

Racing no se hacia dueño del mediocampo, no lograba precisión en los últimos metros y por momentos sufría a pesar de la tibieza de su rival. Encima, Teofilo quedó varias veces fuera de juego. A los 24, el arbitro cobró falta en ataque cuando la pelota había quedando bollando en el área visitante.

De a poco, Racing empezó a crecer, se notaba más firme y unido entre las diferentes líneas. A los 35, Yacob entró al área en soledad y cabeceó por arriba.

Cuatro minutos después, hubo remate de Licht que Assman sacó por arriba. Y luego hubo un cabezazo de Martínez que se fue muy cerca.

A los 43, todos los méritos que Racing había acumulado se vieron cristalizados en la red: Teofilo metió un pase de taco y Hauche definió como los que mejor saben para marcar el 1 a 0. Así, el equipo de Russo se fue al descanso en ventaja y con la misión de jugar inteligentemente el complemento para llevarse el clásico.

En el arranque de los segundos 45, La Academia pareció salir a la cancha un poco más tranquila. Aunque los pelotazos sin destino a los que recurría hacía que se complicara solo. De lado del Rojo, no parecía encontrarle la vuelta al partido. A los seis minutos, hubo un remate mordido de Lugüercio. Mientras estaba concentrado en la tarea de ampliar la diferencia, a puro toque, Racing sufrió con alguna salida en falso de su propio arquero.

A los 13, se lo perdió el Payaso tras un remate al cuerpo del arquero. Y un minuto después, hubo un remate de Teófilo que se fue pegado al palo. Racing siguió acercándose al arco del Rojo a través Lugüercio y Hauche.

Russo mandó a la cancha al juvenil Viola por el Payaso, que volvió a mostrar todo su sacrificio no solo en ofensiva sino a la hora de recuperar el balón. El Cilindro desplegó la primera ovación de una tarde inolvidable.

A los 31, hubo un cabezazo de Teófilo que se fue por arriba. A los 34, Independiente tuvo su replica a través de un disparo de Pellerano.

A Racing solo le faltaba la última puntada y más de un hincha temió que se cumpliera el viejo axioma del fútbol que asegura que los goles que no se hacen, luego se sufren. Pero fue una tarde en la que las estadísticas y los fantasmas no tuvieron lugar en el Cilindro.

A los 38, Licht se lo perdió dos veces: primero en un mano a mano y, seguido a ello, no pudo convertir de cabeza.

Russo mandó a la cancha a Franco Zuculini por Hauche. Y la segunda ovación hizo vibrar todo el estadio. Por el lado de Independiente, cometía demasiadas faltas y carecía de ideas claras.

Así, Racing siguió siendo el dueño del partido y llegó el segundo: A los 41, Teofilo se escapó por la derecha, Assman tapó el disparo pero el colombiano aprovechó el rebote y de cabeza marcó el segundo. Así quedó sellado un triunfo merecido y sin ninguna objeción.

Solo hubo tiempo para que el arbitro expulsara a Licht y amonestara al recién ingresado Aveldaño (justamente vio la amarilla por ingresar sin autorización).

Llegó el final y se desató la fiesta. Jugando con corazón y fútbol, Racing se quedó con el clásico y se acercó a la punta. Y a las estadísticas y la sequía clásica, los mandó al mismísimo demonio.

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