lunes, 29 de noviembre de 2010

Recalculando...

Hasta hace poco, Racing no podía romper las cadenas que lo ataban al promedio. Y, ahora con una campaña de hasta aquí 25 puntos, puede ilusionarse con pelear hasta el final por ingresar a una copa.

El equipo académico no podía revolear bien lejos esos pesados grilletes que le impedían levantar vuelo hacia la grandeza que su historia demandaba a gritos. Pero con el correr del Torneo Apertura, Racing aprendió a coquetear con la otra mitad de la tabla, esa que está reservado para lo que sueñan con no dejar escapar la gloria. No fue una aventura sencilla el paso de La Academia en el campeonato, con decepciones en su propio estadio (como el desabrido empate ante Quilmes y la inmerecidas derrotas ante San Lorenzo y Colón) y también proezas enormes (como los triunfos conseguidos como visitante ante Newell's y Banfield, y más atrás, ante Boca). Con la victoria ante Banfield en el bolsillo, más de un hincha se atrevió a resumir el presente del equipo en una frase: “Antes, estos partidos se perdían”. Quizás, en lo que le queda por delante del torneo, el equipo de Russo tendrá que fortalecer ese enunciado y darle un cierre al campeonato que permita esperar el que viene de otra manera.

Más allá de que aún le cuesta terminar de consolidarse y hacer de su estadio una trinchera impenetrable (no pierde en casa desde la quinta, ante Colón pero los últimos dos choques fueron empates), el equipo da pequeñas señales que invitan a proyectar un futuro diferente. De la mano de Giovanni Moreno, todo el mundo Racing aprendió a desdramatizar un poco el andar de la redonda, a aplaudir ese desparpajo y coraje, a contagiarse con esa alegría en cada zancada del colombiano.

Con pasos lentos, el equipo va encontrando su camino futbolístico, va aprendiendo a hacerse respetar y a despegarse de aquella versión errática, que deambulaba con la calculadora en mano y las estampitas de cuanto santo hubiese al alcance de la mano. E incluso en el horizonte aparece ese objetivo que alguna vez solo fue una quimera: ingresar a la Copa Libertadores. El destino quiso que el rival de toda la vida aparezca como una amenaza para ese sueño copero. Y más de un hincha albiceleste siente bronca al saber que todo lo construido puede desmoronarse si el Goias no logra borrarle la sonrisa socarrona a los de casaca roja. Pero está claro que no hay razón alguna para lamentarse aunque el diablo (de carambola y a los ponchazos) se empecine en meter la cola. Los de Russo se encuentran a uno de Newell's y a cuatro de Vélez (debe jugar el martes ante Tigre) en la carrera por ingresar al torneo (a los de Gareca debe enfrentarlo en la última fecha). Así, Racing podría pelear palmo a palmo por una plaza hasta el final. Pero esta claro que aún cuando el destino se las ingenie con sus triquiñuelas para arrebatarle a La Academia su gran objetivo, habrá muchas razones para mantener intacta la sonrisa. Los 25 puntos logrados hasta aquí (aún quedan 9 en juego) exigen hacer un balance mucho más amplio que el simple hecho de ingresar o no al torneo continental. Se necesitará ampliar la mirada sobre un equipo que supo dejar atrás cuatro caídas al hilo y aunque otra vez no pudo en el duelo de barrio, pudo pilotear sus limitaciones como para a partir de allí no volver a conocer la derrota. Con sus titubeos y aciertos, Racing demostró que es capaz de construir por si mismo un futuro en el que pueda usar la calculadora solo para contar los kilómetros que lo separan del cualquier sueño de gloria, y no para saber cuan lejos está de la más temida pesadilla.

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