martes, 1 de septiembre de 2009

"Me gusta jugar con enganche"



Cuando miraba hacia atrás, a sus espaldas, aparecía alguien que lo hacía sentir en la frecuencia que siempre elegiría. Ese jugador, Sebastián Grazzini, le servía de respaldo futbolístico, lo ilusionaba cada vez que entraba en juego y lo mantenía expectante porque en cualquier momento podía buscarlo. Rubén Ramírez no pudo festejar el gol del empate frente a Colón por respeto a su ex club, pero sí celebró otra cosa: que Caruso Lombardi se desligara del férreo 4-4-2 ante el Sabalero para colocar al Mágico como enlace. Igual que los hinchas, quienes pidieron por el rosarino. "A mí me gusta jugar con enganche. Nos ayuda más allá de que los volantes por afuera también llegan. De a poquito vamos a ir encontrando el juego", fijó su posición Tito en cuanto a la preferencia de un esquema.
Grazzini volverá a estar desde el arranque, aunque la duda es saber si se moverá como enlace o esta vez jugará más retrasado por tratarse de un partido de visitante. Eso podría conocerse hoy.
A fuerza de un buen nivel en los entrenamientos, más las ausencias por lesión de Wagner, Falcón y Yacob, el Mágico se ganó un lugar entre los titulares del último viernes. Pero no de doble cinco adelantado como lo fue en las prácticas, sino como un enganche definido que le otorgó un mayor vuelo creativo al equipo, sobre todo en la primera media hora. "Es difícil cuando no hay un jugador así porque eso hace que a veces tengas que bajar a buscar la pelota. Necesitamos alguien que nos genere fútbol", agregó Ramírez, quien lleva cuatro tantos en la Academia. En la cancha parece pachorriento, sin la movilidad de Lugüercio, pero siempre con el arco en la mira. "No soy un delantero que maree a los defensores, que encare y pase a dos o tres. Yo trato de hacerla simple: toco hacia atrás y busco el área", aclaró. Además de festejos, se puso otro objetivo: "Ya bajé mucho de peso y me faltan dos kilos para estar mejor, por más que en el torneo pasado jugué con este peso y anduve bien. Antes no podía pasar en velocidad a varios chicos y ahora sí".
Represión. Su corazón quiso algo y la mente le puso el freno. Por eso evitó gritar el gol de penal ante el Sabalero. Después le llegó un comentario que le desagradó: "Ya tenía decidido no festejar si metía un gol. Pero me enteré de que hubo gente de Colón que se enojó porque no pedí perdón. A mí ellos nunca me pidieron perdón cuando me puteaban y jugaba en club. Ahora, ojalá pueda festejar un gol contra Arsenal".

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