martes, 12 de enero de 2010

La memoria no se mancha



El ex presidente Daniel Lalin hizo declaraciones contra la actual dirigencia y hasta le entró duro al entrenador Claudio Vivas. Pero se olvidó que fue el capitán que mandó a Racing de llenó contra el iceberg y jamás hizo acuso de recibo de ello.


Parece que ya no le queda cicatriz. Puede que haya olvidado el significado de aquel redoblante que se estampó en su cara de piedra allá por el 98. A pesar de que pasó el tiempo, aquel acto visceral fue el símbolo de lo que lo que significó Daniel Lalin en la historia de Racing, en ese momento y para siempre. Por eso, resultan absurdas las declaraciones que el ex presidente lanzó al diario Olé por estos días. Lalin fue el capitán del Titanic, el que lo mandó de llenó contra el iceberg. Y después se subió lo más campante al primer bote de rescate, mientras veía desde lejos como la embarcación se hundía sin remedio. Con la tranquilidad de quien nunca estuvo en peligro, el ex dirigente afirmó: “Fue para salvar al club de una dolorosa situación”. Suena increíble que sea él quien se considera con autoridad para juzgar a quienes hoy, aún con errores, mantienen a flote al gigante.

Fue Lalín quien abrió la puerta al infierno que casi consume a Racing. El mismo que creyó siempre que la plata concedía impunidad y limpiaba las manchas de un pasado corrupto. El mismo que habla de “deudas” como si el no hubiese protagonizado buena parte de ese capitulo en el que cual los números en rojo del pasivo carcomían las entrañas del club.

“Hoy manejar a Racing es una papita”, aseguró el pelado sin ningún reparo. Quizás olvidé que gracias el proceso que el mismo inició ese “hoy” que menciona con tanto desenfado estuvo a punto de no poder conjugarse nunca más con Racing. De no ser por la bravura de su gente, ya no habría más presente, y mucho menos, futuro.

Pero claro, Lalín conoce de tejer telarañas que atrapen al hincha. “Traería a Pekerman, Cappa, Carrasco, Polilla Da Silva”, argumentó como si en esos nombres estuviera una garantía de éxito irremediable. Así, más de uno puede obnubilarse ante la lista de los que serían técnicos en un muy hipotético caso en que el “laninismo” reinara otra vez en Avellaneda. Es fácil prometer desde la distancia y sin nada que perder. Es fácil criticar a quienes se arremangaron para rescatar a un club que hacia agua por todos lados. Es tan fácil hablar desaforadamente sin reparar en las propias culpas que incluso el actual técnico Claudio Vivas cae en la volteada de la lengua de este personaje pusilánime. "Lo primero que haría en Racing es rajarlo", se envalentona tomando como punto a alguien que se atrevió a tomar en sus manos al club cuando ninguno de los que el menciona lo habrían hecho. Claro, quizás crea que sus billetes todo lo pueden. Después de todo, ya deben haber torcido más de una voluntad.

Pero lo cierto es que, por más veneno que destile, su lugar en la historia de Racing es tan negro y oscuro como el petróleo que hoy le permite engrosar su cuenta bancaria. Y, mal que le pese, gran parte de los hinchas ya dieron su veredicto. El porcentaje que consiguió en las elecciones habla por si solo. “Sólo el 11% cree en mí”, admitió Lalin. Es que después de todo, la memoria no se mancha.

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