lunes, 19 de octubre de 2009

Un Futuro Alarmante



Juan Barbas padeció en carne propia las extremas falencias de un equipo que volvió a defraudar. Sin la más mínima muestra de fútbol, el presente proyecta un pavoroso porvenir.


La realidad le demostró a Barbas el auténtico Racing de los últimos años. Ese que asusta desde afuera, y aterra en la intimidad. La confianza que generaba, en los optimistas, el cambio de cuerpo técnico, se desvaneció inmediatamente luego de la derrota ante Argentinos.

Llamativamente, el resultado adverso no genera las mayores preocupaciones, aunque estadísticamente hunde aún más al club e incrementa a niveles superlativos las urgencias. El principal foco de preocupación es el nivel de los jugadores, quienes partido tras partido evidencian su escasez de ideas para llevar a cabo su trabajo. ¿Qué aspecto positivo se puede rescatar de un equipo que no da señal alguna de orientación? La respuesta es previsible e inquietante. Esa respuesta aclaró el oscuro panorama que Barbas recibe de sus dirigidos.

La solución es indescifrable, aunque los caminos para percibir los primeros síntomas de esperanza están al alcance. Nueve fechas fueron más que suficientes para prohibir la extensión de un sistema inquebrantablemente fallido. Las ejemplificaciones, se dieron a conocer una vez más en un compromiso por los puntos. ¿Las jornadas de entrenamiento no reflejan la gravísima cantidad de errores? Otro cuestionamiento que difiere de toda comprensión impulsada por la lógica.

Gabriel Mercado no puede jugar de lateral, Adrián Lucero no aporta más que deficiencias, los centrodelanteros utilizados no cuentan con las características requeridas para ser referentes de área, y la lista continua…

El tiempo se agota velozmente y la necesidad de encontrar soluciones inmediatas exige un cambio significativo. El pobre presente dejó en claro que incrementar la actitud no develará las respuestas que el equipo no localiza dentro del campo de juego. El principal rival de este Racing defectuoso son sus propias falencias. El grado de inoperancia ofensiva es de suma gravedad, así como el infantilismo defensivo es una invitación para ser atacado.

La tolerancia llegó a un punto ínfimo ante la falta de los méritos que la justifiquen. Las variantes son extremadamente limitadas pero en ellas deberá Barbas enfocarse para sacar adelante a un grupo completamente desorientado. Dentro de un plantel erróneamente diagramado, Sebastian Grazzini demostró en innumerables oportunidades tener lo necesario para ser el conductor de un equipo que exige la presencia del buen trato con el balón. Los juveniles Fariña y Pérez, si bien son apuestas a un futuro no muy lejano, pueden esconder detrás de su inexperiencia la dosis de vitalidad y ambición que tanto escasea en el conjunto de Avellaneda.

Las opciones no desbordan, así como tampoco los puntos. La función del entrenador será armar este arduo rompecabezas para conseguir la señal de vida que revierta el presente en busca de un porvenir más alentador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario