viernes, 9 de octubre de 2009

Organizame



Racing carece de un jugador que dirija la batuta dentro del campo. Racing esta falto, entre otros varios conceptos, de un organizador de fútbol, de un hombre con pie habilidoso capaz de poner una pelota de gol en cualquier momento y apto para manejar el partido a su antojo, tal como lo hizo Riquelme en todo el segundo tiempo.


A Racing lo componen once jugadores, no un equipo. Sólo son once hombres que ingresan al campo de juego para hacer lo que se pueda. No hay ideas. No hay un estilo de juego. No hay una base titular. No hay experiencia, tampoco juventud. No hay jerarquía, tampoco promesas. No hay ideas, con lo que se genera falta de ataque y a su vez carencia de goles. En consecuencia, y simplificando, no hay victorias.

El lamentable papel que realiza el equipo en el presente Apertura parece no acabar. Ocho fechas y ninguna alegría. Jornada tras jornada se repiten los mismos comentarios y reina el idéntico interrogante, ¿a qué juega Racing? Pelotazo del fondo para la aislada dupla de delanteros; la pelota en los pies de los volantes parece quemarles y la sueltan mal y rápido; los laterales no se proyectan; los mediocampistas no acompañan; la defensa deja huecos por todos lados; los puntas no convierten lo poco que tienen.

Se probaron varios sistemas tácticos como el 4-4-2, 4-3-1-2 y 3-4-1-2. Sin embargo, lo que resta ensayar es una idea de juego gestada, elaborada y pensada en la semana. Sentar los pilares del equipo, la famosa columna vertebral, y a partir de entonces mover los demás hilos. A este plantel le falta personalidad, alguien que rompa el molde, se salga del amarrete libreto y despierte a sus compañeros.

Las comparaciones son odias, pero Boca en el segundo tiempo tuvo en JR Riquelme un generador nato de fútbol. Comenzó a inclinar la cancha, cuando iba 0-1, con pases tanto a Ibarra como a Krupoviesa, lejos de De Olivera, pero ya manifestando la idea de jugar en campo contrario. La intrascendencia de los toques hizo acabar la primera parte. No obstante, en el complemento se hizo cargo claramente del equipo y en dos jugadas elaboradas por él el visitante alcanzó la victoria. Luego, con el resultado puesto, fue el técnico dentro del campo. Ordenó criteriosamente a sus compañeros e hizo circular el balón constantemente. Racing no tiene ese tipo de jugador, que puede gustar o no, pero cuyo espíritu ganador es necesario a la hora de conseguir puntos.

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