lunes, 19 de octubre de 2009

Noche de fantasmas



El debut de Barbas como técnico de Racing no fue el mejor. Más allá de las buenas intenciones tácticas, el equipo padeció los mismos problemas que lo venían aquejando. Sin rumbo ni ideas y sin convicción, cayó frente al Bicho de Borghi por 2-0. ¿Y ahora quien nos salva?


Nada nuevo bajo el sol, o bajo la luna en este caso. La llegada de Barbitas al banco de la Academia había encendido la esperanza en la gente, pero solo por el simple motivo de querer creer, nadie se podía ilusionar demasiado haciendo un análisis racional de la cuestión. No por él, sino porque simplemente los que entran a la cancha son los jugadores, los mismos de siempre. Ni Caruso, ni Barbas. El realismo mágico, tan argentino, tan nuestro, muchas veces nos ciega a la dura realidad y nos convence que milagrosamente todos nuestros males desaparecerán de la noche a la mañana. El éxito sin trabajo, no existe.

Para jugar en La Paternal, Racing tiró a la cancha un 4-4-2, con Yacob haciendo el doble cinco junto al rescatado Gonzalo Pérez, este último unos metros más adelante que la Flaca, para tratar de ser la conexión con los delanteros, Lugüercio y Pablo Caballero. Los primeros minutos, encontró a la Academia con la intención de mover la pelota por abajo, buscando por los costados. El Ratón, lo único rescatable de Racing en el partido, comenzó movedizo, participativo, pero con el correr de los minutos se fue desdibujando a la par del equipo.

La anemia ofensiva, a esta altura, es alarmante. En lo que va del torneo la Acadé lleva marcados sólo cinco tantos en nueve partidos disputados y como si esto no bastara, le convirtieron nada menos que doce. Definitivamente, Lugüercio no va a resolver esta carencia del equipo, con nada más que tres goles desde su llegada al club, el Payaso sigue aportando sacrificio, pero está lejos de ser aquel que en soledad enloquecía a la defensa rival y les provocaba errores que servían para generar ataques. Con Ramírez lesionado, su compañero Caballero fue más de lo mismo, haciendo uso de su altura, colabora más en defensa que en ataque, muy poquito para rescatar de su actuación. Ya casi sin crédito.

Por otra parte, y además de errores propios, fallos arbitrales vergonzosos y virtudes ajenas, hay algo que es inocultable "para todo en la vida, además del laburo, se necesita una dosis de suerte", decía Mostaza. Y tiene razón. La verdad que la Acadé no liga nada, pero nada.

Al crónico trastorno a la hora de atacar, sobre llovido mojado. Algo que se viene repitiendo desde el comienzo del campeonato es la flojísima tarea de la defensa. Y va mucho más allá del dibujo táctico, si se defiende con tres o con cuatro. El rendimiento de Aveldaño es impresentable, endeble en la marca, transmite inseguridad en cada intervención y genera faltas evitables. Cuesta creer que es el mismo jugador del semestre pasado. Martínez tampoco es el de antes y Mercado se suma al desconcierto general. ¿Tavio? Nada.

Es la hora de ser inteligentes, no alcanza con las estrategias ofensivas si no hay intérpretes capaces de llevarlas a la práctica. En el segundo tiempo con el ingreso de Castromán se terminó jugando con un 3-3-1-3. ¿Hay un dibujo más ofensivo que ese? Sin embargo Racing no creó más peligro. Sólo con centros y disparos de larga distancia logró inquietar tibiamente a Torrico. Guste o no, la Academia cuenta con este plantel hasta el final del Apertura. La historia pasa por encontrar el planteo más acorde a las características de los jugadores y hacerles la cabeza para que crean que lo pueden trasladar al juego de manera efectiva. Si hay batalladores, entonces a la batalla y no al tiki-tiki. La nuestra, hoy, es otra. El primer paso para vencer una enfermedad es aceptarla. Ya corre la transpiración fría por la espalda.

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