San Lorenzo parecía un trámite. A la tercer fecha del torneo, ya la dábamos por ganada y nos ocupábamos en reservar nuestros lugares para viajar a Bahía Blanca con la esperanza de seguir esta racha ganadora. Sin duda, un baldazo de agua fría.
Desde siempre, la gente de Racing esta acostumbrada a llenar canchas domingo tras domingo y esta no fue la excepción. Por medio del club, se recomendaba llegar al estadio 2 horas antes del encuentro ya que se esperaba lo que luego fue una multitud que colmó cada sector del Juan Domingo Perón.
El tiempo no pasaba más… Por haber llegado temprano, no te queda otra que mirar el partido de reserva y comentar con el de al lado sobre los posibles jugadores que, en un tiempo, quizás estén vistiendo la camiseta celeste y blanca. Cada bandera en su lugar. Todo en orden para que los equipos salgan a la cancha.
La bandera más grande del mundo comienza a bajar, y esto indica que Claudio Yacob a la cabeza y los diez jugadores restantes están por ingresar. Papelitos por demás y una gran ovación al ritmo de“Tenes que salir campeón este es el año” hacían mover los cimientos del Cilindro. “Y dale dale dale Racing dale” finalizó el recibimiento como en cada encuentro.
Parece costumbre arrancar perdiendo en este torneo. Sumado al agónico triunfo frente a Boca en La Bombonera, el gol a los 19 minutos del primer tiempo de Guillermo Pereyra parecía mostrarnos un camino similar. Todo se hacia cuesta arriba y la desesperación de la gente por lograr el empate se hacia sentir. ¿Otra vez la misma situación? Y la respuesta, lamentablemente es, si.
“Esta noche cueste lo que cueste, esta noche tenemos que ganar”, era la manera que encontraban los hinchas para mostrarle al equipo que, el partido con San Lorenzo, era clave para seguir prendidos arriba ya que Vélez había ganado frente a Argentinos Juniors y ya se encontraba con 9 unidades.
Finalizó el primer tiempo y las dudas no tardan en llegar. Luego de 15 minutos en donde todos los hinchas discutían entre si, sobre que era lo que tenia que hacer Miguel Ángel Russo los equipos vuelven a la cancha y las ganas de que se repita lo mismo que en la Bombonera eran inmensas.
El gol del empate llegó ya que quien fue a lo largo de todo el torneo el jugador más regular y al que más reconocimiento le brinda la gente, estrelló un remate en el poste derecho de Damian Albil para luego rosar la red y hacer estallar al grito de “Gol” a todas las almas que estaban expectantes y a la vez nerviosas. Si señores, Pablo Lugüercio a los 10 minutos del segundo tiempo puso el empate parcial.
Faltaba media hora y era tiempo suficiente para lograr la victoria. Los hinchas, con las ilusiones renovadas, se pararon en sus asientos y al ritmo de “Vamos Racing vamos, ponga huevo que ganamos” intentaban mostrarle a los jugadores que el camino de la victoria era factible, al mirar el juego desplegado por San Lorenzo que, sinceramente, dejaba mucho que desear.
El tiempo pasaba. ¿Cuánto queda, cuanto queda? Preguntaba la gente impaciente ya que la poca conexión que había entre los mediocampistas y los delanteros daban signos de que el empate era un resultado clavado.
A todo esto, los simpatizantes del club de los mil barrios estaban como grandes actores de una película de Chaplin, al ver que su equipo no jugaba bien y que, con el empate y el empuje de la gente, Racing podía quedarse con los tres puntos en su casa e irse para Boedo como ya todos saben…
Ya finalizaba el partido. Quien perfilaba como el peor del partido, el uruguayo Balsas cabeceo la pelota que venia de un corner y la puso junto a un palo, lugar donde el paraguayo Fernández no pudo llegar. Y así, se nos fueron tres puntos importantes para seguir sumando. Seguramente, el próximo domingo a las 19.30 frente a Olimpo, la gente va a colmar la popular visitante para mantener las esperanzas vivas ya que todavía falta mucho camino por recorrer.
Por último, y no es un detalle menor, las iniciales de los clubes marcan el destino de los mismos más allá de un partido. Club Atlético Sin Libertadores de America es el tuyo… Real Amor Como Incomparable Nuestra Grandeza es el mío.
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