sábado, 26 de marzo de 2011

Todos zombis


Murió otro hincha. En la tele opinadores con corbatas deluxe cruzan operaciones y el lugar común se destaca ante el silencio cómplice de quienes bancamos el circo.

La culpa pasea sin éxito durante las primeras 48 horas, Grabia repite lo de siempre, y para Don Julio la vida postergada de Aramayo no merece siquiera una reflexión.

Algo está claro: se acerca el final de los visitantes en el fútbol argentino. Las jaulas y los superalambrados serán anécdota en un tiempo, cuando la solución final acabe con el ingrediente más encantador del folclore canchero.

¿Qué hacer ante lo inevitable? Podríamos intentar una huelga de hinchas. Un día sin nosotros, ni uno solo en los estadios para que Tití muestre las tribunas desiertas. Podríamos, acaso, entender que si les damos la espalda el negocio se cae para todos: policía, barras multiclubes, políticos, muchos Grondonas en potencia.

Semejante cambio reinvidicaría la inteligencia como expresión colectiva. Sin embargo, hay que ser escéptico: la condición de zombi paraliza la voluntad.

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