martes, 17 de noviembre de 2009

Saque si quiere ganar


Con una entrega admirable, La Academia consiguió tres puntos vitales en la lucha por engordar el promedio. Conciente de sus limitaciones, el equipo justificó el triunfo ante Estudiantes con el corazón.


El trabajo tuvo sus frutos. Racing comenzó la semana sabiendo que para vencer a un rival que atraviesa una realidad ampliamente contradictoria, debería aportar todo de sí. Claudio Vivas lo entendió y diagramó intensos entrenamientos a doble turno para que el mensaje llegue óptimamente.

Por su parte, los jugadores se identificaron con la camiseta y con ese mensaje a mano, sacaron a relucir su arma más potente, la actitud. ¿Qué le falto juego? Si, no se presenció el nivel futbolístico mostrado ante Atl. Tucumán, por ejemplo, pero se contrarrestó con un compromiso inquebrantable e inteligente.

Desde la previa, la línea de tres defensores y la potencia ofensiva del conjunto platense enviaban diversos síntomas de preocupación, principalmente por el cercano antedecente defectuoso de dicho sistema. El entrenador, con un convencimiento que se vio reflejado directamente en sus dirigidos, planteó el encuentro apostando a dominar el sector central del campo de juego y así, jugar a no dejar jugar.

La sorpresa, estaba escondida justo en los pies de un ex pincha, quien casi desde el vestuario, marcó el momento más relevante del partido. Pablo Luguercio tomó el balón fuera de la medialuna del área grande y sacó un violento remate que por su exacta precisión tuvo un destino de gol inevitable.

Estando en ventaja, la tranquilidad para manejar los tiempos se incrementó y con velocidad de acción, el elenco albiceleste comenzó la batalla. Sin dejar relucir el juego colectivo que caracteriza al Estudiantes de Sabela por la técnica de sus futbolistas, Racing encerró a su rival en una situación inusual para el mismo. Obligando a utilizar el pelotazo como recurso en diversas ocasiones, la presión constante que ejercía la dupla central conformada por Claudio Yacob y Martín Wagner (de buen rendimiento), y una solidez defensiva a la altura de las circunstancias, hicieron del primer tiempo un período sin mayores sobresaltos.

A pesar de ello, con el resultado adverso desde el arranque, el conjunto visitante intentó en todo momento inquietar a un Jorge De Olivera que mostró una firmeza impecable. Atento en los centros y veloz a la hora de reaccionar, el arquero académico frustró toda posibilidad de riesgo.

El complemento preparaba a los corazones para la dosis de taquicardia habitual. Fiel a su estilo, el equipo se aferró a su precisión en defensa y aguardaba atento para aprovechar los espacios que Estudiantes dejaba por estar jugado en ataque. Los minutos se volvían eternos y al no tener dominio de la pelota, la fricción y la falta de justeza en los pases se hizo presente.

Sin el ritmo de la primera etapa, los volantes padecieron la persistencia del contrincante e inconcientemente las líneas se replegaron hacia el arco que oportunamente defendió De Olivera. Con incansables centros y pases en profundad, el elenco platense tuvo sus oportunidades. Un mano a mano de Boselli, un gol bien anulado al propio delantero por utilizar su brazo para controlar el balón y un cabezazo que reventó el travesaño, pudieron haber cambiado la historia.

La dosis de suerte, esa que tanto escasea, aportó lo suyo para que la entrega prevalezca en el marcador y Racing, sufriendo hasta el último segundo, obtenga tres puntos trascendentales en su extensa lucha por escaparle a la promoción. Si bien restan diversos aspectos por evolucionar, la confianza parece haberse revitalizado y los jugadores descubrieron la formula indispensable para el éxito.

Los arduos compromisos que se avecinan, visitando de forma consecutiva a Vélez y Banfield, obligan a no disminuir la intensidad para continuar creciendo. Lejos de situarse en un ambiente relajado, Racing tendrá dos duros exámenes para demostrar que está de pie y, principalmente, que dará batalla hasta el final.

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