lunes, 13 de febrero de 2012

De la ovación a los silbidos

La nueva llegada de Alfio Basile a Racing fue emotiva y generadora de grandes ilusiones. Así fue también el recibimiento para el técnico y su equipo en el debut de un nuevo campeonato. El Cilindro, colmado, estalló con la salida de la Academia y tuvo su punto cúlmine ante la aparición del Coco. “Que de la mano de Alfio Basile, todos la vuelta vamos a dar”, cantaba el estadio repleto, demostrando que la sola presencia de su figura en el banco aseguraba que este es el año. Basile alentaba con sus manos.

Pasó el primer tiempo, con destellos de buen juego y una idea clara de equipo, aunque poco lugar para plasmarla. Los aplausos, tibios, se hicieron oír en la caminata del plantel al vestuario. Sin embargo, la contradicción y la confusión en las tribunas, generada por el justamente confuso Racing que se vio a lo largo de los noventa minutos, llegaría tiempo más tarde.

Con el pitido final de Abal, y mientras el Coco soltaba unas pocas palabras ante la Televisión Pública y su elenco se retiraba del campo de juego, se entremezclaron los aplausos con los silbidos, con los abucheos y con un silencio que dejaba un desalentador mensaje. Lo extraño pasaría segundos más tardes. Basile comienza a retirarse, y desde algunos sectores, sin duda la minoría del estadio, se desprenden insultos sin filtro. “Volvete a Boca, ladrón”; “tomatelas, hijo…”; “volvé a Boca, la p…”. Una demostración más de la impaciencia en el fútbol y en la vida de los argentinos, de la falta de respeto y, en este caso, del desprestigio a un hombre de la casa.



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